…sin que me multen los labios

¿Qué hacemos con estas ganas de ya no vivir más así? Cómo hacemos los que no queremos que este nuevo “normal” sea para siempre, los que nos negamos a tener miedo a acercarnos, los que nos negamos a vivir en un mundo de: eso no se puede, de no abrazos, de no bailes, de no besos. Qué hago con las ganas de desnudarme la boca en la calle sin que me multen los labios o me tiren miradas de piedra.
Donde meto estas ganas de sentir la energía de una multitud alegre, de acariciar perritos en los parques, de oler frutas y flores en el mercado, de tocar lo que yo quiera tocar y a quien yo quiera tocar. Que hago con mi impaciencia después de 3 meses cuando no soy ni de esperar a que se llene mi vaso de agua completo. Dejar ir, soltar, aceptar que no tengo control sobre nada y me dan ganas de salir corriendo. Pero ahí mismo se me pasa y recuerdo que por lo menos tengo control sobre mis pensamientos y puedo soñar que ya se terminó, que nos estamos abrazando, que estamos comprando comida sintiendo los olores, que caminamos por las calles escuchando risas, idiomas, música y gente. Que el vendedor de plantas no tiene las manos sucias si no llenas de abono, que los paquetes de comida no vienen contaminados pero si cansados de viajar y los billetes del vuelto no están llenos de bacterias sino llenos de historias.

Que no importa cómo se puso la máscara, que si está muy abajo o muy arriba, o si se la toca o no, pues es que nadie nos enseñó a vivir así y finalmente somos solo humanos y para esta situación somos como niños aprendiendo a cepillarse los dientes, a veces no nos enjuagamos, a veces tragamos pasta y unas pocas veces lo hacemos todo bien, digamos ¡bravo por eso! por un poquito más de compasión y comprensión.

En fin, como hacemos los que tenemos esta rebeldía interna que no puede salir porque no tenemos contra que rebelarnos ni a quien protestarle, porque esto no es realmente culpa de nadie, pero el nuevo normal si depende de todos. Quizás nosotros los “rebeldes” podemos irnos juntos y crear un nuevo lugar donde verse los dientes no es tabú, respirar el mismo aire no es prohibido y darse las manos no es un acto obsceno, un lugar donde no haga falta ser rebelde para poder vivir.
Ruth Lopez de G. Viana
@ruthie_nomadteacher